de

Solo noticias validadas

giovedì 28 Marzo 2024

Director editorial
CLAUDIA BORTOLOTTI

Opinista
RAFFAELE AVALLONE

Administrador del sitio
ROBERTO PAPAVERONE

“Los Cuentos del Arañero son una nueva forma de comunicación política”

Los periodistas cubanos Orlando Oramas y Jorge Legañoa poco habían compartido con el Comandante Hugo Chávez, pero encantados por su verbo encendido y el carisma natural del líder de la Revolución Bolivariana, decidieron que los relatos narrados por el líder latinoamericano no se podían perder. Por eso, decidieron compilar las historias y anécdotas presentes en más de 300 emisiones del programa «Aló, Presidente». Tal recopilación se convertiría hoy en día la biografía de Chávez, contada por él mismo: el libro Los Cuentos del Arañero.

A propósito de la edición de esta obra en español e inglés, editada por el Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores (MPPRE) y presentada en Caracas a propósito de los 10 años de la partida de Chávez, Legañoa cuenta cómo fue la creación de esta obra y lo que representa en su carrera profesional.

– ¿Cómo decide junto a Orlando Oramas emprender este proyecto? ¿Por qué eligieron trabajar la figura de Hugo Chávez?

– Esa pregunta la respondería con otra: ¿conoces a otro líder más simpático que Chávez? No lo hay, cuando uno ve la historia latinoamericana reciente desde hace 10 años, la región tenía líderes progresistas. Tenía un Rafael Correa que cantaba, a un Fidel que era un gran intelectual, pero Fidel ni muerto entonaba una letra y Fidel hacía chistes muy intelectuales. Nunca era gente de tanta oralidad de pueblo como Chávez, yo creo que eso es lo que llama la atención para mí en lo personal. Oramas, ya como periodista de mucha más edad, tenía una experiencia periodística que le había permitido interactuar con otros tantos presidentes. Para mí no, prácticamente estaba recién graduado, tenía dos o tres años de graduado, y lo que me sorprende es que viniendo de una revolución, empecé a ver que en realidad la Revolución Cubana seguía siendo revolución cubana, pero aquí había una revolución construyéndose.

Cuando tú eres joven en Cuba, después de 50 años de Revolución, no tienes la efervescencia y la épica de los años 50, 60, 70 de haber ido a la Sierra y aquí, estando en Caracas, uno se daba cuenta de que la Revolución estaba empezándose a construir, y eso es lo que me hizo a mí, en lo personal, ver la posibilidad de descubrir una Revolución, mirarla de verdad, saber qué era una Revolución, como se construía y la figura de Chávez, que como comunicador político, es un referente internacional. ¿Qué político mezcla ideas con música, con historias personales o históricas? Creo que muy pocos, y es una nueva forma de hacer comunicación política, eso fue lo que más me llamó la atención de la figura de Hugo Chávez.

– ¿Cómo plasmar a Chávez en la narración sin perder su esencia?

– Oramas y yo no buscamos al Chávez que fue víctima de constantes campañas de descrédito internacional, donde siempre fue tildado de dictador, como se hace hoy día con el presidente Nicolás Maduro, el presidente (Miguel) Díaz-Canel y con otros. Hoy en la comunicación hay un gran y perverso comunicador político en el mundo que es Alexander Nix, de Cambridge Analytica, que ha acuñado la siguiente frase: «No tiene que ser verdad, solo tiene que ser creíble». Sobre esa base se dicen hoy las mayores mentiras en el mundo como si fueran verdades, solo porque son «creíbles». En cambio, en la recopilación hecha en nuestro libro, Oramas y yo buscamos mostrar a ese Chávez sencillo, humano, diverso. Buscamos que la gente lo entendiera con el lenguaje más coloquial posible y creo que en alguna medida lo hemos ido logrando, porque cualquier ciudadano del mundo entiende el lenguaje en el que Hugo Chávez quería contar sus historias.

– ¿Cómo hicieron la elección de estas historias?

– Si aquí (en el libro) hay más de 175 historias, teníamos más de 300, o sea casi el doble, no podíamos aburrir, después de que tienes un cuento como “Apuro presidencial” o tienes las historias súper íntimas con Fidel, o tienes las historias sensibles como la de Génesis, de otros tantos niños, de un niño que él ve por una carretera y le dice “Te palpita la frente”, y era que un caballo le dio una patada en la frente y no tenía cráneo, sino que la masa encefálica estaba ahí casi viva debajo de la piel, cuando uno ve una de esas historias, de tantos contraste que te mantienen lo mismo que riéndote, que reflexionando, que pensando, con nostalgia de los compañeros, tú no puedes gastarte cuentos que no tengan de todo eso, que te mantengan la lectura arriba todo el tiempo. Es como una buena novela o una buena película, que tiene sus puntos de clímax. Así mismo intentamos que fuera, sé que hay momentos que quizás son un poco más densos, más de pensamientos teóricos, pero tratamos de que fuera mínimo, que fuera solo donde hacía falta.

Ese quizás sería el mayor de los sufrimientos: no haber llegado a esa altura, que hubiera sido un libro aburrido, y eso no lo queríamos, porque Chávez era cualquier cosa, menos un tipo aburrido. En 7 horas de un Aló, Presidente había tiempo para aburrirse y él lo dosificaba exacto: ahora viene la música, cantaba, recitaba, ahora viene la intervención de fulano, una llamada. Él tenía la dramaturgia, y esa dramaturgia de los Aló, Presidente en televisión fue lo que tratamos de llevar al libro y que no perdiera ese hilo conductor. Esa suavidad y esa cosa sabrosa de leerse un libro sin que aburra, ese fue el mayor reto de todos.

– ¿Cómo manejaron los venezolanismos con los que Chávez hablaba?
Más que venezolanismos, es como decía la traductora de la edición en inglés, eran «chavismos». Tuvimos que hacer un glosario para nosotros poder entender las expresiones de Chávez, como por ejemplo: “Firifirito”, “Topochal” y otro montón de palabras incluido el nuevo significado, para nosotros, de la expresión “Araña”.

– ¿En Cuba hay frases parecidas?
Sí, pero no tienen nada que ver (…) Hasta en eso tuvimos que tener mucho cuidado, hasta el propio Chávez rectificó muchas cosas cuando tuvo la oportunidad de revisar el material. Recuerdo uno que era una obviedad, pero de la oralidad, cuando yo te digo algo con “V” puede ser con “B”, o sea, había un vehículo militar que era el V-100 y para mí era B-100, en realidad era con “V” o “Uve”, detallitos que el propio Chávez luego descubrió en la revisión del texto. Todavía en esta edición, se corrigieron algunos otros “venezolanismos”, algunos “chavismos” que no estaban bien. O lo que me comentó la editora sobre cómo andaba vestido un personaje del siglo XIX: andaba con “Palto y levita” y lo correcto es “Palto levita”, como una sola cosa. Cosas muy interesantes, que al final son aspectos culturales de Venezuela, y es muy difícil que un cubano entienda todas estas expresiones de un golpe.

– ¿Qué siente usted al saber que Chávez logró leer y disfrutar el libro? ¿Cómo valora hoy los aportes de esta obra para la proyección del legado de este líder?

– ¡Un orgullo tremendo! Saber que no solamente Chávez lo leyó sino que Fidel que fue el primero que se lo leyó, le mandó a decir a Chávez que el libro es un home run con las bases llenas. Lo que quiere decir que, en medio de los dolores productos de su enfermedad,  y del desgaste natural producto de su trabajo, le hicimos llegar un producto como este. Él desde Miraflores no tenía que salir a conquistar corazones, solo tenía que multiplicarse el libro para que la gente se lo leyera y rápidamente se enamorara de esta obra y de la vida de Chávez. Dicen que cada 100 años nace un Libertador, Chávez es el de este siglo.

– En entrevista realizada con el profesor Adán Chávez el año pasado, usted comentó que había muchas más anécdotas del comandante que no pudieron ser reflejadas en el libro. Quisiéramos saber si hay planes de publicar una segunda parte de la obra.

– Tú sabes que a veces cuando todos los astros se alinean todo sale, y esto salió porque Oramas y yo estábamos aquí en Caracas. Una tercera persona se enamoró y nos buscó materiales, nos empujó, nos ayudó, porque esto no era el trabajo nuestro como periodistas. Esto fue un extra que hicimos durante cuatro meses en las noches y en las madrugadas, entonces la vida da mil vueltas, han pasado 10 años. Oramas, que es mi colega, mi mentor si se quiere, porque trabajamos más de 5 años juntos, está hoy de corresponsal en Uruguay, antes estuvo como corresponsal de Prensa Latina en México. Yo he tenido que ocupar cargos de dirección en Cuba, fui subdirector de la Agencia Cubana de Noticias, ahora soy vicepresidente de la Unión de Periodistas en Cuba. O sea, todos los días la vida se complica aún más.

El profesor Adán Chávez ha estado insistiendo en que hagamos un segundo libro, porque tenemos muchos materiales para hacerlo y para mí sería más importante en un segundo libro plasmar las historias de la gente sobre Chávez, que es otra cosa que hace falta. Sería ideal buscar todas esas historias que hay en el pueblo. A lo mejor no sé si hacemos un círculo, una convocatoria, habrá que triangular esas historias, buscar información, habrá que hacer mil cosas, pero yo lo que sé es que ese es el mayor reto que quizás podríamos lograr, pero lleva un tiempo. El tiempo es preciado y ahora mismo no lo tenemos.

– ¿Alguna vez se imaginaron que Los Cuentos del Arañero se convertiría en una obra trascendental para la Revolución Bolivariana y para el pueblo de Venezuela?
La primera edición fue de 15 mil ejemplares. De un golpe, se agotaron en una tarde en Los Caobos (en el contexto de la 8° Feria Internacional del Libro de Venezuela). El libro salió el viernes y el domingo se hizo la presentación, yo estuve haciendo garabatos, porque eso no es firma, ni dedicatoria, ni es nada. De 8 mil libros que se regalaron en el parque Los Caobos, dos días después de presentarse, me impresionó ver a 8 mil personas arrebatadas, cosa que yo en mi vida había visto. Soy periodista, pero le tengo fobia a la multitud, mi papá era médico y estaba aquí en Caracas y de pronto era mi guardaespaldas, las mujeres me abrazaban, y yo decía: «Pero, bueno, si en mi vida a mí no se me han pegado ni las pulgas». Hasta la camisa me rompieron ese día de tanto apretón, de tanto abrazo, de tanto halar.

Yo decía: “Es que no soy yo”, ni era Oramas, que también estaba como loco, porque uno vive una vida que pasa meses trabajando, sin salir mucho a la calle y sin hablar con gente, puramente trabajando textos en la computadora, casi le coge fobia a estar en la calle, como pasó con la pandemia. Ese día que era una locura tan grande, yo decía: “calma, paciencia” y no era por nosotros, era por Chávez, era ese sentimiento de la gente de tener algo de Chávez, donde estuvieran como protagonistas. María León (en la presentación de la edición bilingüe) leyó el propio cuento de Chávez sobre ella.

Un libro con sus propias historias

De las anécdotas que le deja Cuentos del Arañero, Legañoa recuerda una en particular: en una ocasión, un general se acercó a él y a Oramas indignado. “Él dijo: ‘Les voy a reclamar’ (…) Al final me dice que quería una réplica, y yo le dije: ‘Bueno, vaya y pídasela a Chávez, está aquí al doblar como a dos puertas. Usted va y le toca y le dice que no le gustó lo que él dijo’, el tipo se puso muy serio, después se tomó fotos con nosotros y se fue”.

Además de esos momentos, el compilador del libro también relata cómo se expresa el agradecimiento de Chávez a sus compañeros, como Luis Reyes Reyes, así como una larga lista de los compañeros desde antes del 4 de febrero, del Árbol de las Tres Raíces, como Jacinto Pérez Arcay y Jorge Luis García Carneiro.

Otro aspecto clave es el reflejo de la historia venezolana contada por Chávez. “Estamos acostumbrados a ver a los libertadores en pedestales, arriba, fríos, sin sentimientos y Chávez los bajó de ahí y se bajó a sí mismo de la silla presidencial y cuenta historias como ‘Apuro Presidencial’. Cuando uno ve ese fragmento del Aló, Presidente uno no para de reír porque es algo tan pedestre, tan común, pero al mismo tiempo tan cómico que un tipo de esa altura, esté contando lo apretadito que andaba. De ese cuento, nació la idea del libro”.

– ¿Qué le dejó a usted, en lo personal, el desarrollo de «Los Cuentos del Arañero»?

– Dicen que los hombres no pueden irse del mundo sin plantar un árbol, sin tener un hijo y sin escribir un libro, me puedo ir completo ya, porque tengo 40 años y ya hice las 3 cosas. Yo creo que en realidad lo más importante es ser consecuente y eso es lo que a mí me dejó el libro, ser consecuente con un pensamiento. Hay algo muy loco, la gente piensa que Oramas y yo somos Ignacio Ramonet, piensa que viajábamos con Chávez, que íbamos en el avión con él. Yo nunca estuve con Chávez media hora, 10 minutos, 5 minutos, nunca le di la mano a Chávez. Oramas sí, por otras experiencias como periodista. Aunque yo era muy joven, vi a Chávez como el resto del mundo, desde un televisor todo el tiempo. Mi época en la universidad yo la viví metido en una beca universitaria de madrugada, pegado como el resto de los estudiantes de un televisor, siguiendo el golpe del 2002. Entonces ser consecuente, ser coherente, es lo que más me dejó el libro, ser consecuente con mi país y ser consecuente con esto, que es como si fuéramos lo mismo. Es como ese último cuento sobre la carta que le envía Fidel a Chávez cuando llegó por primera vez a La Habana, donde dice que son lo mismo: dígale a Chávez que es como si hubiera llegado de Venezuela. Somos dos países con raíces comunes, con historias comunes de colonización y con libertadores.

Servicio de cajero automático internacional

Asistencia técnica instalación cajero automático

Las tres historias capitales

por

Encuestas

Opiniones

Dale un voto

Dar una opinión

Haz una búsqueda

Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

Pronóstico del tiempo

Mercados financieros